ʟᴀ “ᴍᴜʀɪʟʟɪᴢᴀᴄɪÓɴ” ᴅᴇʟ ɢᴏʙɪᴇʀɴᴏ ᴅᴇ ᴀʀᴄᴇ
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octubre 26, 2024
El 2 de octubre, mismo día en que la fiscal Gutiérrez intentó apresar a Evo Morales, Del Castillo ordenó el secuestro de Cindy Saraí y su hija de ocho años, para exhibirlas junto al pederasta en conferencia de Prensa. Planearon un brutal linchamiento mediático que sólo a Arturo Murillo se le podría ocurrir…
©Wilson García Mérida | Columna Sopa de Maní
La persecución desatada contra Cindy Saraí Vargas, por parte del ministro Eduardo del Castillo, es exactamente la misma persecución que ejercitó Arturo Murillo contra Noemí Meneses buscando que la ex-menor declare contra su amante palaciego.
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En el caso de Cindy resulta más deplorable porque es la madre de una niña en edad escolar, y no está obligada a declarar contra el padre que reconoció a la hija, aún sea fruto del estupro, y se encarga de su manutención.
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El 2 de octubre, mismo día en que la fiscal Gutiérrez intentó apresar a Evo Morales, Del Castillo ordenó el secuestro de Cindy Saraí y su hija de ocho años, para exhibirlas junto al pederasta en conferencia de Prensa. Planearon un brutal linchamiento mediático que sólo a Murillo se le podría ocurrir
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Tanto Del Castillo con su modo estalinista como Murillo con su estilo fascista, lograron que Cindy y Noemí se pongan a buen recaudo, declarándose incluso en la clandestinidad, hoy Quintana las protege y el Defensor del Pueblo brilla por su silencio.
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Y Del Castillo supera en sordidez a Murillo: el actual Ministro de Gobierno llegó al cargo no sólo con el aval de Evo Morales y de su tío García Linera. Su designación es una cuota en el Gabinete que Quintana gestionó en favor del grupo “Generación Evo”, que era el centro de captación de niñas bonitas para ser “guardaespaldas” del pedófilo, como fue Cindy Saraí. Del Castillo era parte activa de ese mecanismo de celestinaje institucionalizado. Hoy es Ministro de Gobierno gracias a “Generación Evo”, gracias a militantes como Cindy Saraí, y ahora la persigue artera y cobardemente.
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El Ministro de Gobierno no podrá detener ni encarcelar a Evo Morales bajo el pretexto de la pedofilia que el mismo Del Castillo fomentó desde su grupo pseudo guevarista. Tocar a Evo en este momento es encaminar la cuenta regresiva para la caída de Lucho Arce. Al sobrino de García Linera no le queda más que actuar como Murillo: violar con insolencia los derechos humanos, perseguir a las víctimas inocentes, publicar arbitrariamente la foto de Cindy Saraí en un cartel policial de “Persona Desaparecida” cuando ese estatus sólo puede ser establecido por pedido de la familia, encarcelar al padre inocente de Cindy como si fuera el estuprador. Y el Defensor del Pueblo mirando a otro lado.
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Después del archivo de obrados en 2020, ya no es posible pensar en el encarcelamiento de Evo Morales por la vía penal. Judicialmente, el pedófilo está limpio a pesar de la objetividad indiscutible de los delitos sexuales que cometió. Y políticamente nada le impide ser candidato, en el marco estrictamente constitucional.
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La denuncia que el Viceministerio de Transparencia presentó en la Fiscalía de Tarija, durante el último mes de gobierno de Añez, ha sido rechazada con una Resolución de no Imputación, no se llegó siquiera a la fase de investigación, porque a Murillo no le dio la gana de enviar una comisión de fiscales para tomarle a Morales su declaración en Buenos Aires (“no tiene derecho a ese privilegio”, me dijo el Bolas). No fue posible imputarle por tanto.
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Cuando Arce tomó el gobierno, en noviembre de 2020, los fiscales a cargo del caso de Yacuiba intentaron tomarle su declaración a Evo Morales que había vuelto de su autoexilio; pero el flamante ministro de Justicia Iván Lima ordenó la destitución de esos fiscales, favoreciendo abiertamente al pedófilo. La Resolución de Rechazo (que extingue el caso) dictada el 10 de diciembre, podía ser apelada en el plazo de cinco días, pero Lima no apeló. El gobierno de Arce esperó cuatro años para reactivar un extinguido caso judicial que el mismo Arce contribuyó a extinguir, todo en el marco de una guerra sucia por entre “evistas” “arcistas” por el botín de una sigla partidaria.
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Además, en casos de estupro el Ministerio Público no actúa de oficio sin una denuncia previa de la víctima o su familia. No van a poder forzar a Cindy Saraí para que declare contra el padre pederasta de su hija. Entonces, para “subsanar” ese vacío procedimental, cuatro años después, mutan la figura de Estupro por el de Trata y Tráfico, otra aberración legal, al mejor estilo de Murillo.
©Redacción Sol de Pando