26 de septiembre (Telnoche).-
Telenoche estuvo en la localidad de 600 habitantes que para llegar hay que salir de la Argentina. El centro médico más cercano está a ocho horas. Los vecinos se alumbran con velas y tienen que cruzar la frontera para cargar sus celulares.
Mecoyita es un pueblo de 600 habitantes. Queda en la provincia de Salta, a unos 2700 metros de altura, en el límite con Bolivia. Es una ciudad pequeña olvidada por el Estado. No tiene luz eléctrica, no tiene gas, no posee almacenes, ni tampoco hospital para atender a sus ciudadanos.
Mecoyita depende exclusivamente de Bolivia. Ángel Lara, uno de los vecinos, contó a Telenoche que sus líneas de teléfono son de Bolivia. Es que no hay antenas de telefonía con señal del lado argentino.
La batería de sus teléfonos tampoco duran demasiado. ¿Dónde los cargan si no hay luz eléctrica? En Bolivia, donde sus vecinos de en frente, les prestan enchufes para tener luz eléctrica. Bolivia tiene todo. Mecoyita en Argentina no tiene casi nada.
Como si fuera la Edad Media, los vecinos de Mecoyita usan velas y mecheros para alumbrarse durante la noche. Al ser consultado si prefiere ser ciudadano de Bolivia, Saturnino Lázaro Flores, responde: “Soy un defensor de mi bandera. Estoy orgulloso de mi Patria. Yo soy argentino”.
Saturnino, como muchos de los habitantes de Mecoyita, reclama que el Estado pueda proveerles luz eléctrica, gas y un médico con un hospital pequeño. El lugar más cercano para poder atender cualquier urgencia está a ocho horas en vehículo.
Pese a estar en la Argentina, el camino más rápido y seguro para llegar a Mecoyita es a través de Bolivia. Hay que salir del territonio nacional, pisar el vecino país, para poder ingresar.
Melanie Lara tiene 9 años. Le fascina escribir y leer. Aprendió a dividir en la escuela donde comparte aulas con alumnos de secundario. En las últimas semanas, a la luz de la vela aprendió matemáticas. Tiene una tableta que le regaló su profesor, pero solo puede usarla si hay nafta en el grupo electrógeno de su abuelo.
Mecoyita no tiene estaciones de servicio. Y la ciudad boliviana de enfrente tampoco. A veces pueden pasar días hasta que llegue el combustible que compra algún vecino. Melanie pide cargar la tableta en Bolivia o en su escuela cuando los paneles solares tienen suficiente carga para la batería.