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EL COMUNICADO DECISIVO DEL GRUPO DE PUEBLA | Entre la noche del martes y la mañana del miércoles (día del golpe), los líderes del Grupo de Puebla presionaron sobre el presidente Luis Arce para frenar la escalada sediciosa de su Comandante del Ejército, tras aquella sórdida entrevista televisiva del lunes. El resultado de esa presión internacional fue el inesperado relevo del militar golpista. Su destitución precipitó el golpe que abortó antes de terminar de gestarse…
“Evo Morales con Quintana le hicieron una genial jugada de ajedrez al general Zúñiga, hasta dejarlo en jaque”, afirma la fuente militar que habló con Sol de Pando. Las declaraciones de Zúñiga en la entrevista televisiva llegaron a conocimiento del Grupo de Puebla, organización conformada por gobiernos y líderes de izquierda como Lula da Silva de Brasil, López Obrador de México, Rafael Correa de Ecuador, Alberto Fernández de Argentina y José Luis Rodríguez Zapatero de España, todos ellos aliados del MAS.
Cuando ocurrió el Golpe de García Meza y Arce Gómez en 1980, la comunidad internacional cerró filas contra ese ataque a la democracia, bajo el liderazgo hegemónico de Estados Unidos. Desde la Embajada norteamericana en La Paz, se propiciaron acciones diplomáticas decisivas para la restitución democrática, ya que los dictadores representaban al narcotráfico en el poder, contrariando los intereses del Departamento de Estado en materia anti-droga. Frente al Golpe de ayer, ese rol de liderazgo internacional para preservar la democracia ha sido asumido eficazmente por el Grupo de Puebla, en virtud a su afinidad ideológica con el partido gobernante que lidera formalmente Evo Morales.
Al mover la ficha de aquel relacionamiento internacional, usando su coalición en el Grupo de Puebla, Morales presionó al presidente Arce para poner freno a la locuacidad sediciosa del Comandante del Ejército en Bolivia.
Menos de 24 horas después del ataque verbal de Zúñiga a Morales, la internacional izquierdista intervino en el conflicto enviando mensajes al wahtsaap de Arce, la tarde del martes 25 de junio, y en la madrugada del miércoles, unas cinco horas antes del golpe, el Grupo de Puebla emitió un comunicado conciso y contundente, como pidiendo a Arce ponerle un bozal a Zúñiga similar al de Hannibal Lecter.
El comunicado, decisivo en esta historia, decía textualmente lo siguiente:
“El Grupo de Puebla alerta frente a las declaraciones del Comandante General del Ejército de Bolivia, Gral. Div. Juan José Zúñiga Macías, quien públicamente ha puesto de manifiesto su intención de detener e impedir una posible candidatura de Evo Morales en las próximas elecciones presidenciales del 2025.
Bolivia recuperó en noviembre de 2020 su democracia tras haber sufrido un año antes un golpe cívico militar que instauró un gobierno de facto. Ahora, rigiendo plenamente las instituciones del Estado de Derecho, resulta inadmisible que quien conduce el ejército boliviano amenace con alzarse en armas para impedir que un ciudadano se postule para presidir el país.
Es por eso que repudiamos semejante declaración y hacemos un llamado a la comunidad internacional democrática a seguir con atención y denunciar cualquier intento de intervención de las fuerzas armadas en el proceso de elección de autoridades de la sociedad civil.
Asimismo, solicitamos al Presidente Luis Arce, cuyo apego a la institucionalidad democrática nos consta, que haga valer el principio sagrado del carácter no deliberativo en política de la Fuerza Pública”.
En base a la información de Inteligencia que habían transmitido Morales y Quintana, el Grupo de Puebla daba por hecho que Zúñiga estaba amenazando “con alzarse en armas para impedir que un ciudadano se postule para presidir el país”. Nadie sospechaba que esa amenaza se cumpliría pocas horas después de aquella advertencia del Grupo de Puebla, el mismo día.
DE LA DESTITUCIÓN AL GOLPE
Siguiendo el lineamiento del Grupo de Puebla, la noche del martes el presidente Arce decidió el relevo de Zúñiga. El ministro de Defensa Edmundo Novillo, narró los entretelones de aquella decisión que condenó al fracaso el golpe en ciernes:
“Consideramos que era prudente hablar con él, manifestarle que sus declaraciones no eran compartidas con la posición del gobierno nacional. Él vino de civil y le manifestamos que sus declaraciones no eran compartidas con el Gobierno, y que esta situación había ameritado tomar una decisión y era compartida con él por respeto a su grado, a su autoridad militar. (…). Reconoció que cometió algunos excesos y nos manifestó que se ponía a disposición de lo que decida el Capitán General y nos despedimos de la forma más amistosa, y abrazos fraternales. Dijo que siempre iba a estar al lado del Presidente y del Gobierno”.
Esa misma noche, según Novillo, el presidente Arce designó nuevos comandante de fuerza, el relevo de Zúñiga estaba consumado. La posesión del nuevo Alto Mando estaba prevista para el miércoles.
Sin embargo, el miércoles, Zúñiga seguía ejerciendo el mando. Se había rebelado contra la orden presidencial de su relevo, precipitando un golpe de Estado que todavía estaba en estado de gestación.
A las nueve de la mañana comenzaron a desplazarse unidades blindadas desde el altiplano paceño, mientras Zúñiga encabezaba un acto oficial en el Estado Mayor de Miraflores, imponiendo grados de ascenso a un grupo del Arma de Inteligencia, unidad creada por el propio Zúñiga el año pasado. En ese acto cargado de solemnidad, no estaba presente el Ministro de Defensa.
Novillo afirma que habló con Zúñiga, ya relevado, para preguntarle el motivo del desplazamiento de tanques y caimanes del regimiento de Achacachi a las nueve de la mañana del miércoles; el ex Comandante le dijo no saber nada y que “posiblemente” era por motivos de instrucción. Cuando los blindados tomaron la Plaza Murillo y sitiaron el palacio de Gobierno, al promediar las dos de la tarde, el Ministro volvió a llamar a Zúñiga y este no contestó, tampoco respondió las llamadas de Arce. Su conducta ya rondaba sin retorno en la esfera delictiva penal. Y estaba solo.
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