Dejó de existir en Brasil la última nieta del héroe nacional Eduardo Abaroa


Fuente Correo del Sur |

Maruja Abaroa Claure, la última nieta del máximo héroe nacional Eduardo Abaroa Hidalgo, falleció en la ciudad de Campinas (Brasil), según informó Ronald MacLean Abaroa, sobrino de la difunta, quien asistió a las exequias en ese país.

“El fallecimiento de mi tía Maruja –hermana de mi madre Ketty Abaroa–, es una gran pérdida para la familia ya que su vida y trabajo dejan una huella y un ejemplo importantes a su extensa descendencia de destacados profesionales, académicos y de vocación de servicio espiritual”, dijo MacLean, quien a su vez es bisnieto del héroe, exalcalde de La Paz y exministro de Bolivia.

Maruja Abaroa, de 92 años, residía en Brasil desde hace varias décadas junto a su familia hasta que falleció el pasado 16 de junio.

Nacida en Antofagasta en 1932, fue hija de María Claure, oriunda de Cochabamba, y Eugenio Abaroa Riberos, el tercer hijo del héroe de entre cinco hermanos: Andrónico, Amalia, Antonia y Juan Eduardo.

Invasión chilena en 1879

En 1879, la esposa de Eduardo Abaroa, Irene Riberos, y los cinco hijos huyeron a Salta (Argentina), donde Abaroa los envió para protegerlos de la invasión chilena a Bolivia de ese año. Mucho después, una de las hijas, Amalia, se casó con un hijo de Juan de los Ríos, amigo y socio del héroe, iniciando la rama Abaroa en Argentina.

Después de la guerra, el resto de la familia, la viuda y los restantes cuatro hijos regresaron a Antofagasta, Calama y San Pedro de Atacama, exterritorios bolivianos. Allí rehicieron sus vidas dedicándose al comercio de ganado vacuno desde Salta hasta la costa del Pacífico, actividad ya iniciada por Eduardo Abaroa. Esa práctica fue continuada por su descendencia y persiste hasta hoy bajo el nombre de Frigorífico Abaroa Hermanos, en Antofagasta.

Maruja vivió en EEUU y luego radicó en Brasil

“Ella fue una extraordinaria mujer, que en la década del 50 tuvo que emigrar a Estados Unidos como muchas jóvenes bolivianas de clase media que tuvieron que ingresar a la fuerza laboral, debido a la crisis económica en Bolivia, posterior a la revolución de abril de 1952”, explicó el exalcalde.

En Nueva York conoció a un joven brasileño, matemático brillante, Djairo Guedes de Figueiredo, quien estaba concluyendo su doctorado en la Universidad de Nueva York (NYU). Contrajeron nupcias en 1961.

MacLean narró que, a principios de los años 60, el Gobierno brasileño impulsó un programa de “rescate y retorno” de sus científicos para fundar la Universidad de Brasilia. Fue por ese motivo que Maruja y su joven familia compuesta por su marido, ella y sus dos hijas, Ketty y Suzy, empezaron a radicar en la esa ciudad.

Con el tiempo, el esposo alcanzó fama internacional como uno de los más destacados matemáticos brasileños, vocación heredada por su hija Ketty, quien fue catedrática del famoso Wellsley Collegue de Massachussets y de la Universidad de Boston. Guedes de Figueiredo es profesor emérito de la Universidad de Campinas, Sao Paulo, donde también enseña su hija.

El legado del abuelo

El 23 de marzo de 1952, Maruja acompañó a la delegación de la familia Abaroa que devolvió los restos del héroe a Bolivia. Pese a la distancia, nunca perdió el vínculo con Bolivia.

Desde joven, se comprometió con diversas iniciativas culturales y educativas para la comunidad boliviana, primero en Nueva York y posteriormente en Brasil.

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